Una canción para Marcos Pérez Jiménez

La percepción de la figura de poder puede despertar emociones encontradas entre los individuos de una sociedad a través de la historia. Muchas son las anécdotas que rodean a los líderes en el ejercicio de su mandato, que han causado admiración como también el desprecio por parte de sus detractores.

A diferencia de las campañas electorales, donde existe una publicidad contratada y especializada que se apodera de los medios para exaltar las cualidades de un candidato utilizando todos los recursos posible, afiches, pancartas, música, mítines, entrevistas, que sirven para persuadir a un electorado determinado, nos referiremos a dedicatorias musicales que surgieron por distintos motivos, por sincera admiración o por mera adulación; las que se han hecho populares entre las sociedades a través del tiempo, que han trascendido a sus protagonistas y que han quedado como recuerdo para historia.

Podemos encontrar ejemplos en las canciones de la guerra civil norteamericana. En esa época de tantas tribulaciones ideológicas, políticas y sociales, las canciones no sólo se utilizaban como medio de exaltación de las cualidades personales de los líderes políticos, como una especie de campaña publicitaria primitiva, sino también porque muchos de sus compositores y cantantes compartían la pasión y los ideales de sus admirados líderes, estaban unidos a la causa. Como nos comenta Jerry Silverman (Songs and Stories of the Civil War, 2002), Jesse Hutchinson quien escribió “Lincoln and liberty”, compartía los ideales abolicionistas del presidente Lincoln; y quien con su familia de cantantes, el Cuarteto Hutchinson, hizo famosa tal pieza musical que exaltaba su gran figura idealista.

En Venezuela se puede encontrar un ejemplo similar sobre una canción dedicada a un  importante líder político.

A principios del siglo XX, cuando el caudillo Cipriano Castro realizaba una gran gira por el centro, sur y oriente de Venezuela en 1905. Como nos cuenta Alexis Marín Cheng en su artículo periodístico publicado en el diario Sol de Margarita en 2015, la alta clase política y social de la isla de Margarita, Estado Nueva Esparta, esperaba al mandatario, el cual fue recibido con una gran celebración privada para honrarlo. La música de la orquesta del baile estaba a cargo del gran compositor insular Vicente Cedeño, quien al tocar una pieza musical instrumental de su autoría, originalmente llamada “Lirio del Valle”, fue interrumpido por el anfitrión de la fiesta de bienvenida, e indagando sobre las formas musicales de la extraordinaria pieza y también preguntándole “¿Y cómo se llama el valse? A lo cual el maestro Cedeño, sin vacilar, contesta ‘Castro en Margarita’”.

Así quedó plasmado en la historia musical uno de los valses más ejecutados e icónicos del folclor venezolano.

Al margen de los eventos sociales y políticos, a mediados del siglo XX la música popular tomó matices muy coloridos a lo largo de Latinoamérica. Mucha fue la influencia del intercambio cultural que proporcionaba la radio y, por supuesto, el cine latinoamericano, donde México tuvo un protagonismo importantísimo. Era uno de los mayores productores y distribuidores de películas para la región a un nivel comparable a Hollywood. La música de la época de oro del cine mexicano era tan protagonista como sus artistas. Sus actores cantaban y bailaban marcando así una tendencia para la moda de la época, en sus estilos y maneras. Por tal razón, México y su cine tuvieron mucha influencia no sólo de su propia cultura, sino también fueron influenciados por artistas foráneos los cuales crearon una bella fusión cultural, una mixtura de música popular y folclórica. En los estilos de la guaracha, el bolero, el danzón, el porro, la cumbia, el merengue, el tango y el cha-cha-cha, podían ser escuchados todos inclusive en una misma canción; es decir, una mezcla de ritmos y elementos musicales de México, Cuba, Colombia, República Dominicana, Argentina, Venezuela y otros países latinoamericanos. 

El cantante Alberto Fernández Mindiola, perteneció a ese grupo de cantantes de esa época que no sólo popularizó el ritmo del vallenato en su propio país, sino que lo llevó fuera de fronteras de su natal Colombia. Esta leyenda de la música popular colombiana perteneció al grupo musical de su paisano, el compositor José María Peñaranda, autor de la famosa pieza “Se va el caimán”; y, más tarde, prosiguió su carrera de cantante perteneciendo a otras agrupaciones, siendo una de las más importantes «Bovea y sus Vallenatos”. Fernández  junto a ésta agrupación, dio a conocer el vallenato hasta hacerlo popular en toda Suramérica.

Corrían los años cincuenta en Venezuela, en un ambiente político ambiguo donde el General Marcos Pérez Jiménez toma el poder desde el año 1952 al 58, luego de haber sido nombrado presidente provisional por una junta militar. 

Pérez Jiménez se caracterizó por ser un mandatario de mano dura de sólida formación militar, quien era temido por muchos a causa de sus implacables persecuciones y torturas a sus adversarios políticos; y, también, admirado por otros quienes pensaban que había dado un importante impulso modernista al país el cual era mayormente rural. Este mandatario presumía de sus logros al rodearse de los mejores profesionales en cada uno de sus campos de conocimiento para impulsar al país, que sí logró obtener en infraestructura y en educación.

 

Alberto Fernández - Bovea y sus Vallenatos

Alberto Fernández – Bovea y sus Vallenatos

 

En la radiodifusión venezolana comenzaba a escucharse una canción dedicada al mandatario venezolano, que describía la fama y la aceptación de Marcos Pérez Jiménez. El compositor José María Peñaranda había escrito un tema musical en un ritmo parecido al merengue venezolano, pero con una métrica de 6/8, que se volvió pegajoso entre la audiencia. Este “merengue” fue interpretado por el mencionado Alberto Fernández Midiola con “Bovea y sus Vallenatos”, el cual había sido grabado en Bogotá por Fonográficas Radio Vergara.

A diferencia de los registros y estadísticas actuales, los pormenores de la producción discográfica entre los años 40 y 60 e, inclusive, en los 70, no se divulgaban como se hace en la actualidad. Eran pocos los discos que exponían información adicional sobre la historia de su contenido, más bien su divulgación actual ha sido fruto de una lucha entre asociaciones de productores musicales, técnicos de sonido, artistas, compositores y arreglistas musicales, aunado a la evolución de los formatos tecnológicos, como también a las revisiones de las políticas de derecho de autor y propiedad intelectual, para dar justo crédito al trabajo de sus creadores y participantes. Hasta hace muy poco, las historias y los créditos artísticos de la creación discográfica pertenecían al círculo íntimo de sus participantes, que muchas veces se convertían en leyendas gremiales. 

Es por esta razón que no hay documentación suficiente que muestren datos exactos sobre el lanzamiento del single «Presidente Marcos Pérez Jiménez» en Colombia y su llegada a Venezuela; y sobre si el tema musical en cuestión se produjo por encargo de los partidarios del mandatario que sirviera de propaganda política, o quizás fuera creado por genuina admiración del compositor ya que dichos homenajes se estilaban en la época y, para esa década, Pérez Jiménez se había convertido en un personaje político importante y muy nombrado en la cotidianidad de la región.

También pudiera especularse que el compositor y el grupo musical que interpretan el tema habrían querido despertar el interés del público venezolano y de los medios oficialistas, ya que “Bovea y sus Vallenatos” poseía una famosa carrera musical llena de triunfos internacionalizando los ritmos colombianos; y quizás vieron un potencial mercado en el público de un pujante país como era la Venezuela de la época.

Lo que se pueda decir sobre quién o con qué motivos se realizó esta pieza musical ya poco importa. Lo que verdaderamente interesa es el resultado que pudo haber tenido en la audiencia de la época; tema que hemos tratado insistentemente en diversos artículos:

  1. La música puede transformar la percepción de un mensaje inherente desde un estado racional a uno emocional hasta lograr empatía con la audiencia.
  2. La música, por ser un arte donde la estética y el gusto juega un papel preponderante, puede crear asociaciones con ideas previamente aprendidas por la audiencia.
  3. La música aunada a un mensaje determinado rompe el protocolo de la formalidad, ya que su interpretación (del gusto, de su estética) es un proceso intelectual íntimo por parte del receptor.
  4. La música asociada a un mensaje determinado podría modificar o hacer reinterpretar ciertos elementos y hacerlos ver desde otra perspectiva, reforzándolos positivamente o negativamente según el caso.

No debemos olvidar que en un diagrama de flujo de comunicación, la percepción del mensaje y su interpretación dependen en gran parte del aprendizaje, valores y educación de sus receptores. De esos factores puede depender que se produzca una persuasión efectiva. En todo caso, la música como herramienta de comunicación podría ayudar a llevar el mensaje haciéndolo repetitivo, pegajoso, rítmico y atractivo al receptor.

El tema “Presidente Marcos Pérez Jiménez” fue muy popular en Venezuela gracias a su radiodifusión y todavía es recordado por la gente que vivió dicha época. Es posible entonces que esta pieza musical ayudara a cambiar algún aspecto sobre la percepción del mandatario y su gobierno; y lo haya hecho más popular entre algunos de sus gobernados.

Quisiera agradecer enormemente a mi muy querido amigo el Dr. Juan Francisco Sanz, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, a quien preliminarmente le había comentado acerca del artículo que me disponía a escribir; y quien con mucha dedicación me ubico los datos del disco single «Presidente Marcos Pérez Jiménez», en 45 RPM en contacto con su amigo Víctor Márquez, al quien él mismo lo califica como “una enciclopedia ambulante de la discografía nacional”, el que me envió la foto del disco a través de aquél. Con esta importante información pude dar con la historia de Fernández y Peñaranda.

Justo Morao

 


Fuente consultadas:

Silverman, Jerry. Songs and stories of the civil war. Twenty-first Century Books. Connecticut. 2002

http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:150047

https://www.radionacional.co/noticia/artista-semana/los-90-alberto-fernandez-voz-oro-del-vallenato


 

Candidatos se diferencian en Ecuador 2017

Para las elecciones del 19 de febrero de 2017 en Ecuador, se enfrentan ocho candidatos por la silla presidencial, entre los cuales se ha marcado una gran diferencia entre los estilos publicitarios de proyección de imagen electoral en una campaña que ha durado un poco más de un mes. Entre ellos se destacan algunos spots que quisiera comentar:

Con una campaña de spots publicitarios homogéneos, de imagen muy bien producida con música, una canción electoral muy nacionalista pero, a la vez, muy moderna en su concepto, el empresario Guillermo Lasso vuelve al ruedo electoral con su lema «Vamos por el cambio». Los asesores publicitarios han conservado la imagen «clásica» de la convocatoria, que ha permanecido en la publicidad electoral latinoamericana desde 1973: la multitud marchando por un ideal que recae en un candidato.

El oficialista Lenín Moreno utiliza imágenes de alta calidad que muestran un Ecuador industrializado y moderno, tales imágenes son acompañadas de una canción electoral con un corte más actual de música rock, la cual moderniza la imagen del candidato haciéndola más juvenil.

Igualmente, el equipo de asesores produjo un spot que combina voz en off (del mismo candidato) al comienzo y luego primer plano, el que estadísticamente se ha convertido en uno de los estilos más efectivos de transmitir un mensaje electoral a través de un spot televisivo. La musicalización acompaña muy bien la producción, una orquestación suave y  de intención esperanzadora.

La muy destacada asambleísta, la abogada Cynthia Fernanda Viteri quien ha roto muchos esquemas tradicionales en la política ecuatoriana, mantiene una campaña con un mensaje electoral dirigido a los jóvenes.

En el tema publicitario, pienso que ha habido un descuido por parte de sus asesores de campaña sobre su imagen televisiva y en redes sociales. Aunque mantiene una variación del slogan publicitario del cambio (Cambio Positivo), en mi opinión, la música con que acompaña algunos de sus spots no le hace honor a la seriedad de sus issues (temas) de campaña. Pienso que se descompagina su imagen electoral sonora con la visual, restándole así atención necesaria al mensaje de su campaña. La música de «Rap» no hace más juvenil su imagen a su audiencia electoral, sino que desvía la atención y crea una imagen distorsionada de su porte, posición y carrera política a quienes no la conocen todavía. Es decir, crea una imagen diferente de ella entre sus electores naturales.

El abogado Abdalá «Dalo» Bucaram, posee gran carisma entre los jóvenes, refleja una actitud muy positiva y dinámica.

Uno de sus spots electorales sale de lo habitual, con gran fluidez da un mensaje en lenguaje de señas para llevar su mensaje de inclusión social con gran ingenio no sólo a personas con necesidades especiales, sino a la audiencia en general; ganando así gran atención sobre sus propuestas electorales. Posee un gran equipo de asesores publicitarios que destaca su dinámica y su mensaje electoral. Su lema «Vamos con Fe» ha marcado una diferenciación con los otros candidatos.

Igualmente, el equipo de Dalo ha puesto un ritmo moderno con mucho dramatismo en la canción del spot «Un solo toque», que acompaña las palabras del candidato y de forma oportuna se escucha cantando una voz femenina, la letra que reafirma las palabras del candidato en su justo momento. Refleja una gran producción de mucha calidad.

Los otros candidatos, muy profesionales en sus diferentes desempeños, como lo son: Patricio Zuquilanda, Paco Moncayo, Washington Pesántez y Iván Espinel, se han mantenido al margen de la publicidad electoral en formatos de spots televisivos o de redes, que ya sea por austeridad u otros quizás por ser más conservadores y no ver la necesidad de realizarlos, se han limitado a entrevistas por televisión, artículos de prensa, discursos públicos y otras estrategias de campaña, que también son efectivas pero que requieren más presencia.

Justo Morao

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Trump es el Presidente

Contra la mayoría de los pronósticos, el triunfo de Donald Trump lo ha convertido en el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos de Norteamérica. Esta noticia ha impactado a gran parte de la población de ese país; y a otros tantos en diferentes naciones del mundo.

Luego de una feroz campaña electoral muy cerrada según las encuestas, que en las últimas semanas aventajaban a su contrincante demócrata Hillary Clinton, la sorpresa fue contundente. Ni siquiera una campaña publicitaria que incluían las recomendaciones de líderes de opinión, artistas, músicos, expresidente y hasta el propio presidente Barack Obama, cuya idea fue la de proponer y exaltar la experiencia política y la continuación de los planes trazados por los demócratas en los últimos ocho años, pudieron contra el espíritu vengativo y nacionalista de la campaña de Trump. Tal resultado hizo temblar no sólo a los ciudadanos, sino a las economías mundiales, desajustando hacia la baja los mercados bursátiles.

Muchas son las preguntas que quedarán para los estudiosos de los temas políticos y sociológicos, sobre el triunfo que ha sido producto de un discurso tan radical, agresivo y violento desde el principio de la campaña electoral. Pareciera que la crisis económica y la migración han creado una nueva tendencia hacia el recogimiento, el nacionalismo y la falsa creencia que propone que al compartir un espacio con los que no son nuestros iguales o los que no tienen nuestras mismas tradiciones y pensamiento culturales, puede traer más daños que beneficios.

El paradigma que ha existido en las últimas décadas es que en las democracias modernas, el voto suele ser más razonado cuando el elector siente que su seguridad puede estar comprometido, cuando el ciudadano común está a la defensiva por alguna situación que le cause alarma en su vida cotidiana. Es decir, el miedo o la ansiedad pueden sentar las bases para que un voto sea más razonado y no se deje llevar tanto por la emoción. Aún pienso que es así, pero tal vez lo que podría haber cambiado y esté tergiversando el ejercicio democrático para propósitos diferentes, se encuentre en las variables de las fuentes de información cotidiana y en el deterioro del nivel de educación.

Vemos ya casi sin asombro en los últimos años, a comienzos del «moderno siglo XXI», que  los líderes políticos han orientado su mensaje hacia el recogimiento social y económico más que a la expansión: Latinoamérica con sus líderes seudo-izquierdistas han tratado de encasillar su discurso dentro del nacionalismo, mucha retórica culpando a todo lo extranjero por entorpecer el alcance de los logros planteados a través de los siglos. El mismo fenómeno ocurre con la diatriba de algunos países europeos cuyos ciudadanos debaten incansablemente si estar dentro o fuera de la Unión, cuyo ejemplo más reciente se ve reflejado con el Brexit; y ahora en Norteamérica, el triunfo de Trump que no es más que el deseo de una mayoría de ciudadanos que quieren materializar un nacionalismo prometido en una campaña electoral.

Sin duda, la falta de entendimiento de las masas sobre la verdadera información política, social y económica; la superficialidad noticiosa que han creado las redes sociales a la cual se recurre; la inmediatez de las comunicaciones que van sustituyendo las prioridades de las noticias según su impacto haciéndoles perder la atención debida, pueden ser factores que inciden directamente en tomas de decisiones desatinadas que llevan al fracaso a una sociedad. Igualmente, el deterioro del sistema educativo, de oportunidades de ingreso a los centros de educación, de sus altísimos costos o la deserción escolar han influido directamente a la desgracia de naciones enteras y a la creación de falsas creencia fundamentadas en la ignorancia, las cuales muchos políticos toman para lograr sus ambiciones particulares.

Tal falta de criterio puede llevar a que un instrumento tan poderoso para la democracia como lo es la institución del voto, pueda servir sólo para convertirse en un «voto castigo», un voto de venganza, y no para expresar un deseo de bien común.

En diversos estudios sobre comunicación realizados a mediados del siglo XX, se fueron despejando dudas sobre si era posible realizar un «lavado de cerebro» a las personas, si eran susceptibles de manipulación al antojo de alguien más. En el desarrollo de tales estudios se ha podido mostrar que los seres humanos no pueden ser manipulados como unos autómatas sin razonamiento, sino que, descrito aquí a grandes rasgos, la mente humana dentro de un proceso comunicacional, al recibir un mensaje, éste no opera unilateralmente desde su fuente, sino que es recibido, descodificado y aceptado a través de la comprensión, la cual genera una respuesta (feedback) positiva o negativa. En todo este proceso se genera también un fenómeno llamado «interpretación selectiva» que sucede cuando tal mensaje está en sintonía con nuestra educación, valores, predisposiciones o creencias.

Es allí donde el mensaje político, como cualquier otro tipo de mensaje en la comunicación humana, puede calar en un cierto tipo de votante o elector. Es decir, no es que la figura política puede mandar a otra persona como a un autómata a que realice tareas sin su consentimiento, es algo distinto. El político habilidoso puede llegar a comprender lo que al elector promedio le inquieta, a través de encuestas y sondeos, para poder armar un entramado discursivo, un mensaje político, que enganche y cause empatía dentro de un grupo determinado.

Indudablemente, la aceptación del mensaje electoral y la imagen política de un candidato no depende sólo de su propia personalidad e histrionismo, sino de lo que el receptor también percibe y acepta, quien se identificará con tal discurso o mensaje, que al final son sus propias y más profundas creencias, valores y predisposiciones que al ratificarse pueden llegar al punto de volverse una verdad absoluta.

Durante la campaña electoral estadounidense de 2016, Trump con un discurso pendenciero, arrogante y poco elegante, supo decir lo que su audiencia quería escuchar, quizás dirigido principalmente al votante promedio poco informado, inmediatista e incapaz de ver matices, que contrastaba enormemente con el mensaje de Hillary Clinton, quien proponía cambios con esfuerzos más a largo plazo y también con revisiones y perfeccionamientos de los programas y políticas públicas que ya había implementado el presidente Obama, los que habían sido duramente criticados.

Sólo el tiempo nos dirá si ganó la opción de la insensatez o quizás éste sea un sorprendente capítulo democrático en la historia de ese país y se logren metas positivas a muy corto plazo. Los primeros cien días de gobierno serán determinantes. Estemos muy atentos entonces.

Justo Morao

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Hillary lanza un fulminante spot electoral para dar el ejemplo

El equipo de asesores de la candidata demócrata Hillary Clinton ha lanzado un fulminante spot televisivo donde aprovecha a su favor los mensajes electorales negativos de su contrincante político Donald Trump, quien de manera constante ha divulgado con una gran carga de intolerancia racial y étnica. Un elemento interesante en este spot es la inclusión de niños como espectadores del mensaje de Trump, los cuales observan detenidamente y sin filtro aparente, las vociferaciones sin ningún recato del candidato republicano.

En la historia de la publicidad la imágenes de niños causan mucho impacto en la audiencia. Se podría decir que parte de lo que nos hace humanos es reaccionar con empatía y atención ante la ingenuidad de un niño; asimismo nuestro instinto de padres nos hace actuar ante una situación que implique rescatarlos, ayudarlos y defenderlos de cualquier tipo de peligro inminente, así no sean nuestros propios hijos. Se trata de un código que se aloja en nuestra inconsciencia humana más primitiva que conduce a la conservación de la especie.

Una cosa es que el candidato Trump no tenga pudor en exponer su manera de pensar tan gráfica y ofensiva abiertamente que bien podría ofender a algunas sensibilidades en persona adulta o grupo en la comunidad, pero otra muy diferente es que los niños puedan estar expuestos a una ideología tan agresiva y violenta sin entender el verdadero fondo de tales mensajes, eso de seguro alteraría a cualquier adulto responsable.

Role Models es un spot que pretende mostrar que el camino que desea recorrer el candidato Trump podría dejar secuelas morales entre los más vulnerables de una sociedad, los que crecerán y serán los hombres siguiendo un patrón de conducta violento e inapropiado. Aquí, Hillary Clinton se para con firmeza para advertir que los políticos son los que deben dar el ejemplo de una sociedad para que sea tolerante y justa para todos; pone de manifiesto la responsabilidad que tiene su propia generación para que los jóvenes puedan sentirse orgullosos de su legado.

Tal spot va acompañado dramáticamente por un fondo musical de balada, un piano en ritmo lento que evoca la canción Let it be de Los Beatles, la cual podría estimular un llamado a la reflexión de la audiencia y quizás podría producir un ánimo de tristeza o decepción al mezclarse con las imágenes. Al final del spot se muestra la leyenda: «Our children are watching. What example will we set for them?» – «Nuestros hijos están viendo – ¿Qué ejemplo le daremos?» – . Esto es un potente mensaje que sin lugar a dudas hará reflexionar al ciudadano más radical, el cual podría generar un voto más razonado en las venideras elecciones de ese país.

Ya en 1964, en la contienda electoral de Lyndon Johnson y Barry Goldwater, se utilizó por primera vez esta técnica de un spot televisivo para darle la vuelta al discurso violento del contrincante político y sacarle ventaja a favor del otro, donde también se utilizó a una niña en el mensaje electoral que alertara a la audiencia para que pudiera lograr una reacción que hiciera razonar mejor su voto. Aunque el spot (Daisy spot) atemorizó a todos y fue sacado del aire el mismo día de sus transmisión, podría decirse que causó el efecto deseado en la audiencia.

En mi opinión, Role Models es una de las piezas publicitarias más sólidas y contundentes de las últimas campañas electorales presidenciales que han tenido lugar en Estados Unidos. Seguramente influirá en la opinión política y en el voto de la población electoral de 2016.

Justo Morao

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Una carrera presidencial cantada al ritmo del soul

Con una mezcla de mucho humor, seriedad y música, el comediante, actor y animador norteamericano Jimmy Fallon, ha invitado nada menos que al propio presidente de Estados Unidos de Norteamérica Barack Obama a ser parte de una parodia para su show nocturno transmitido el 9 de junio de 2016 por la cadena televisiva norteamericana National Broadcasting Company (NBC). Sin dudarlo, éste aceptó el reto para dar un «reporte cantado» de su legado de ocho años como presidente siendo acompañado por una excelente banda musical y la comicidad del anfitrión, la que han denominado «slow jam the news» (noticias al ritmo lento).

En este sentido, el presidente Obama hace uso de su talento vocal y rítmico para dar un reporte muy serio y muy ajustado a la realidad de su carrera presidencial. Con su intervención ha contribuido también a allanarle el camino a su partidaria Hillary Clinton y no ha desperdiciado la oportunidad de hacer bromas sobre el candidato republicano Donald Trump.

La capacidad musical de Obama no deja de sorprender a su audiencia. En perfecta sincronización con la banda musical va narrando en pocos minutos y al mejor estilo del soul, como lo haría el desaparecido Barry White, todo un resumen de lo que ha sido su mandato y todos sus logros gubernamentales, con algunas intervenciones jocosas del anfitrión y el cantante de la banda. El ritmo lento adornado con acordes largos adornados  con improvisaciones jazzísticas, pretende otorgar una atmósfera relajada donde el presidente se expresa con tranquilidad y sin arrepentimientos, pudiendo dar a entender en su mensaje que está satisfecho por todo lo logrado.

El presidente Obama sabe muy bien que este tipo de intervenciones donde pone a prueba sus dotes artísticas frente al público, pueden conectarlo mucho más fácilmente con una audiencia que desea escucharlo y pasar un buen rato, que le presta toda su atención, pudiendo ser una excelente manera de llegarle al corazón. Aquí el mensaje político puede colarse de una manera mucho más ligera cuando la audiencia se mantiene en un estado de emotividad que escuchando un discurso formal, el cual amerita una postura más racional.

Aquí se muestra la intervención del presidente Barack Obama en el Tonight Show de Jimmy Fallon

Justo Morao

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Donald Trump – Issues de campañas basados en el terror

En enero de 2016, Donald Trump lanza al aire su primer spot electoral cuyos prinicipales issues de campaña son el terrorismo y la inmigración ilegal. Este candidato aspirante a la nominación del partido Republicano pone en relieve que la culpa de todos los males que aquejan a ese país se debe al manejo populista y débil de la administración de Barack Obama, que ha traído como consecuencia el aumento de las amenazas externas y el debilitamiento de la economía.

El spot muestra imágenes de la pareja presidencia, los Obama, seguida de imágenes de individuos musulmanes y grupos islámicos; y también por ciudadanos mexicanos cruzando indiscriminadamente la frontera en una noche de redada. Dichas imágenes van siendo descritas y concatenadas por una voz en off que intenta justificar las razones de Trump, mientras son utilizados diversos recursos musicales que generan un clima de angustia y zozobra en tonalidades menores, que remiten a los programas de crímenes e intriga, cuyo final resuelve en una cadencia mayor cuando el candidato dice: «Haremos a América grande nuevamente», tal resolución le otorga una atmósfera agradable y un final esperanzador. Se debe mencionar que la estética de su producción, en imagen y sonido, se asemeja a la de los Teaser Trailers hollywoodense, los que intentan causar un fuerte impacto en la percepción de la audiencia.

No es la primera vez que se trata de aterrorizar a la audiencia en una campaña electoral, mientras Trump en 2016, propone con mucha agresividad y violencia, que la única manera de combatir estos problemas es a través de la mano dura sin descartar lo bélico, en 1964 los Demócratas utilizaron explícitamente esta estrategia a su favor tomando y exponiendo la agresiva conducta del candidato republicano Barry Goldwater, realizando el Daisy Spot, el cual causó pavor entre los electores de la época, los que exigieron que fuera sacado del aire el mismo día que se transmitió por primera vez.

A continuación, el primer spot electoral de la campaña de Donald Trump:

Justo Morao

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Oficialismo será minoría en el Parlamento – Diario 2001

A continuación presento el trabajo de investigación del diario venezolano 2001 publicado el 7 de diciembre de 2015, que incluye una entrevista que me realizó Roberto Romanelli, donde muestro mis impresiones sobre el resultado de los comicios parlamentarios un día después de su realización.

Entrevista Justo Morao 2001 7D

 

 

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Obama no para de cantar cuando desea llevar un importante mensaje a su audiencia

El presidente Barack Obama tiene la capacidad de acaparar toda la atención del público cuando le toca comunicar desde una noticia de importancia nacional hasta un evento local en cualquier ciudad. Tiene la cualidad de ser un comunicador natural que entretiene a su audiencia mientras va transmitiendo información valiosa.

Como pocos líderes en el mundo, el presidente Obama tiene la capacidad de conectarse con cada tipo de audiencia, lo que lo hace increíblemente versátil al momento de despertar emociones y empatía hasta con sus más férreos detractores. En oportunidades anteriores, lo hemos visto cantar dos o tres líneas melódicas en algunos de sus discursos, lo que ha puesto eufórica a la audiencia al mostrar ese nivel de autoconfianza y seguridad.

Clementa C. Pinckney

Rev. Clementa C. Pinckney

Esta ocasión no ha sido la excepción. En un servicio eclesiástico dedicado a elogiar al pastor Clementa C. Pinckney, quien fuera además de reverendo de la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel y miembro del Senado por el Estado de Carolina del Sur por el partido Demócrata, el presidente Obama en medio de sus discurso sorprendió a su audiencia al cantar «Amazing Grace», un hermoso himno cristiano escrito en 1779 por el inglés John Newton, muy popular entre los cristianos evangélicos de habla inglesa ya que su letra se refiere al perdón y a la redención de las almas. EL reverendo Pinckney fue una de las víctimas de los asesinatos de Charleston, Carolina del Sur, ocurridos en julio de 2015. Obama con su astuto sentido de la oportunidad pudo dar un toque emotivo cuando en un momento de silencio comenzó a cantar este maravilloso himno colmando de lágrimas y aplausos de alegría a la audiencia que se encontraba en la Iglesia.

Barack Obama pudo dar un merecido homenaje al pastor y las demás víctimas de manera respetuosa y gentil.

Justo Morao

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Primera campaña electoral moderna en Venezuela: una extravagancia aislada en el tiempo

Una campaña electoral debe tener como característica primordial la posibilidad de difusión de propaganda, elemento que forma parte de la libertad de expresión en países denominados como democráticos. Es decir, los procesos electorales son complejos y mantienen su existencia por medio de un delicado equilibrio entre:

  • Derecho al sufragio
  • Derecho de información
  • Derecho a la libertad de expresión
  • Garantía por parte del Estado para no ser reprimido por tal expresión
  • Interés común

En un escenario democrático, de partidos políticos bien fundamentados, la propaganda política funciona como herramienta de persuasión para llevar ideas y propuestas que afectan el interés colectivo los cuales procuran, finalmente, la obtención de un bien común. Es por ello que su aplicación esté regulada y limitada por la Constitución y las leyes.

Un interesante trabajo de Oláger E. Chacón titulado La regulación sobre propaganda el la legislación electoral venezolana en el siglo XX, publicado en 2004 por la Revista Politeia Nº 32-33 de la Universidad Central de Venezuela, hace referencia al nacimiento de las campañas electorales en Venezuela que datan del gobierno del presidente Isaías Medina Angarita a comienzos de la década de los cuarenta. A pesar de su tradición militarista, fue ese el presidente que verdaderamente modernizó y le dio carácter civilista al Estado venezolano en muchos aspectos; y en cuanto a la legislación y el sistema electoral no hubo excepción.

Desde la Constitución de 1928 se garantizaba la «libertad de pensamiento manifestado de palabra, por escrito o por medio de imprenta», pero daba un margen a la pena por la transgresión de este precepto a lo que determinara la ley, dejándolo a la discrecionalidad del «aparato jurídico» de la época, la Constitución de 1936 sólo reafirmó lo anterior agregando la prohibición de propaganda anónima y de guerra destinada a subvertir el orden político. Fue entonces verdaderamente con la reforma parcial de la Constitución en 1945, cuando se moderniza y se hace más claro el precepto que contribuye al desarrollo de la Ley de Elecciones y al subsiguiente desarrollo de las reglamentaciones y metodologías para el fuero electoral institucionalizado que hoy conocemos.

Recordemos entonces que aún en la mitad de aquel siglo estaba reciente la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1935, que por veintisiete años sembró el terror entre sus opositores siendo un militar severo de pensamiento autoritario y quien manejó el país como una de sus haciendas ganaderas. Existía entonces mucho temor y desconfianza que se esparcía en el ambiente político y social; es por ello que el paso de la dictadura a la democracia tomó un arduo y lento camino.

Desde el comienzo del siglo XX, Venezuela quedó atrapada en una larga dictadura militar (1908 a 1935) cuya transición, con Eleazar López Contreras (1935 a 1941) e Isaías Medina Angarita (1941 a 1945), se vio interrumpida por un golpe de estado que conllevó a una breve ilusión democrática con un gobierno provisional que organizó elecciones directas y secretas que dieron como ganador a Rómulo Gallegos, pero tan solo por 9 meses. Luego toma el poder una Junta Militar/Junta de Gobierno (1948 a 1952) de Carlos Delgado Chalbaud, Luis Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez que desembocó en la dictadura de este último desde 1953 a 1958. Luego de tales eventos se fue retomando poco a poco un respiro democrático que duraría cuarenta años más.

Ahora bien, si en el siglo XX fue difícil, imaginemos entonces la enorme ingobernabilidad y la agotadora tarea que se ha debido tener en una incipiente nación para elegir funcionarios políticos y, especialmente, presidentes en el siglo XIX.

En un país rural con población mayormente analfabeta, las elecciones se hacían de forma indirecta, era una cuestión para hombres ilustrados, hacendados, de familias ricas e influyentes de la época que tomaban esa clase de decisiones que entre montoneras a caballo, levantamientos armados y protestas por la tenencia de tierras, consideraban lo que era mejor para el país. Eso ocurrió en el periodo de 1830 hasta 1857, luego de ello se realizaron elecciones directas y secretas pero no por ello con menos restricciones.

Ignacio Andrade

Ignacio Andrade

Casi al finalizar el siglo, en 1897, en época de caudillos y castas, el país entraba en periodo electoral cuando gobernaba el presidente Joaquín Crespo.

Entre los candidatos postulados se encontraba el General Ignacio Andrade, quien era un político de trayectoria, un hombre de mundo, con estudios en Europa y Estados Unidos, quien conocía y comprendía la realidad y las causas del atraso venezolano; era el candidato oficialista, el favorito de Crespo.

Juan Manuel Hernández

Juan Manuel «El Mocho» Hernández

El principal contendiente, el General Juan Manuel Hernández, de apodo «El Mocho», quien fue propuesto por parte de los fundadores del liberalismo nacionalista. Hernández, a diferencia de su contrincante principal, era de extracción humilde, sin una notable carrera militar, ni alguna profesión noble que lo respaldara.

La sorpresa inesperada fue que mientras el oficialismo se confiaba en ganar las elecciones a fuerza de manipulación electoral y guerra sucia a través de la prensa servil, permitieron a Hernández desplegar una llamativa campaña electoral como nunca se había visto en la historia de Venezuela de ese siglo. Al regresar de su exilio en Nueva York en 1896, luego de tres años de ausencia a causa de una querella judicial que tuvo que resolver, Hernández llega con la idea de incursionar en el comercio y la política aplicando los nuevos «métodos de agitación electoral» que había observado en aquel país norteamericano. Fue entonces cuando los fundadores del liberalismo nacionalista, Alejandro Urbaneja, Jorge Nevett, David Lobo, Miguel Páez Pumar, Cristobal Soublette y Pedro Manuel Ruiz, lo propusieron como candidato para las elecciones del año siguiente de su llegada y se aseguraron de que tuviera una campaña nacional muy resonante.

El «Mocho» Hernández, aunque poco refinado, era por naturaleza una persona muy carismática. Su campaña se basó en el contacto directo con la gente, sobretodo con la del interior del país. Se organizaron discursos públicos, se regalaban banderines, botones, retratos con la figura del candidato; se enviaban cartas personalizadas dirigidas a los potenciales electores que quedaban sorprendidos al ver que el remitente era el propio Hernández. Se trataba de una verdadera estrategia imaginativa de mercadeo de la imagen del candidato la cual era remarcada por una serie de eventos sociales de calle programados, que muy bien eran acompañados por la alharaca de una fiesta pueblerina con alguna banda local de músicos. Discutía en su campaña un programa de gobierno muy definido en caso de ser electo Presidente de la República con una serie de soluciones para las necesidades básicas de cada región del país.

Asimismo, como lo hacían los candidatos de Estados Unidos, le preparaban y adornaban los últimos vagones de los ferrocarriles, los de las barandillas, para que Hernández fuera de pueblo en pueblo haciendo mítines sin necesidad de bajar del tren.

Eso logró potenciar la simpatía y la personalidad de Hernández e hizo que calara en el corazón del votante de la época. En cambio, el oficialismo sólo supo manipular hábilmente el «sistema electoral» que imperaba en el país para su propio benefició. Según el historiador Ramón J. Velazquez en su obra La caída del liberalismo amarillo, de 1973, el mandato de Crespo se apoderó de dichas elecciones de la siguiente manera:

«(…) Sabían que el resultado final estaba en relación directa de la habilidad para apoderarse el primer día del período electoral de las plazas públicas, en todos los Municipios. La nueva Ley de Elecciones promulgada por el Congreso de 1896 disponía, como todas las anteriores, que cada cuatro años, el 15 de julio, la Primera Autoridad Civil de cada Municipio debía señalar por carteles la plaza pública o lugar abierto en el cual se reunirían los ciudadanos domiciliados en dicho Municipio y con capacidad para votar en las elecciones. En la Mañana del 1º de agosto los quince primeros ciudadanos que llegaran a la Plaza nombraban en su seno, y en presencia del Jefe Civil, un Presidente y cinco Vocales, quienes constituirían la Junta Inspectora de las Inscripciones y del Sufragio. (…) Inmediatamente después se abría la inscripción de sufragantes por espacio de ocho días. Finalizada la inscripción se iniciaba el período de votaciones que duraba tres días, realizándose cada tarde escrutinios parciales y publicando sus resultados. (…) Los resultados se remitían al Congreso Nacional. «Ganar la Plaza», como en el lenguaje guerrero, era el objetivo fundamental de los encanecidos servidores del crespismo.»

Pues, a pesar de la popularidad de Hernández cuyo triunfo parecía imparable ante la opinión pública, fue derrotado de manera fraudulenta por las artimañas secretas de personeros fieles al gobierno en sobre aviso para detentar los puesto de vigilancia del voto popular. Se trataba entonces de un sistema electoral no viciado pero sumamente vulnerable. Crespo aseguraba su hegemonía indirecta tras un arrollador y contundente resultado que ponía en primer lugar a Ignacio Andrade con 406.610 votos; opacando a José Manuel Hernández con tan solo 2.203 votos; y los candidatos restantes, Rojas Paúl, Guzmán Blanco y Nicolás Rolando, más lejos aún con una cifra que sumaba entre ellos menos de 400 votos.

Fue tanta la indignación que sintieron los liberales nacionalistas por el grosero fraude electoral, que enervó los ánimos de sus partidarios provocando así la ira del propio Hernández, lo que lo llevó a su levantamiento en armas que terminó en trágicos eventos de agitación, lucha y el derramamiento de sangre. Luego de este período histórico hubo una larga cadencia de oscuridad política donde la libertad de expresión quedó encadenada al miedo, lo que perduró hasta mediados del siglo XX.

Justo Morao

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