Primera campaña electoral moderna en Venezuela: una extravagancia aislada en el tiempo

Una campaña electoral debe tener como característica primordial la posibilidad de difusión de propaganda, elemento que forma parte de la libertad de expresión en países denominados como democráticos. Es decir, los procesos electorales son complejos y mantienen su existencia por medio de un delicado equilibrio entre:

  • Derecho al sufragio
  • Derecho de información
  • Derecho a la libertad de expresión
  • Garantía por parte del Estado para no ser reprimido por tal expresión
  • Interés común

En un escenario democrático, de partidos políticos bien fundamentados, la propaganda política funciona como herramienta de persuasión para llevar ideas y propuestas que afectan el interés colectivo los cuales procuran, finalmente, la obtención de un bien común. Es por ello que su aplicación esté regulada y limitada por la Constitución y las leyes.

Un interesante trabajo de Oláger E. Chacón titulado La regulación sobre propaganda el la legislación electoral venezolana en el siglo XX, publicado en 2004 por la Revista Politeia Nº 32-33 de la Universidad Central de Venezuela, hace referencia al nacimiento de las campañas electorales en Venezuela que datan del gobierno del presidente Isaías Medina Angarita a comienzos de la década de los cuarenta. A pesar de su tradición militarista, fue ese el presidente que verdaderamente modernizó y le dio carácter civilista al Estado venezolano en muchos aspectos; y en cuanto a la legislación y el sistema electoral no hubo excepción.

Desde la Constitución de 1928 se garantizaba la «libertad de pensamiento manifestado de palabra, por escrito o por medio de imprenta», pero daba un margen a la pena por la transgresión de este precepto a lo que determinara la ley, dejándolo a la discrecionalidad del «aparato jurídico» de la época, la Constitución de 1936 sólo reafirmó lo anterior agregando la prohibición de propaganda anónima y de guerra destinada a subvertir el orden político. Fue entonces verdaderamente con la reforma parcial de la Constitución en 1945, cuando se moderniza y se hace más claro el precepto que contribuye al desarrollo de la Ley de Elecciones y al subsiguiente desarrollo de las reglamentaciones y metodologías para el fuero electoral institucionalizado que hoy conocemos.

Recordemos entonces que aún en la mitad de aquel siglo estaba reciente la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1935, que por veintisiete años sembró el terror entre sus opositores siendo un militar severo de pensamiento autoritario y quien manejó el país como una de sus haciendas ganaderas. Existía entonces mucho temor y desconfianza que se esparcía en el ambiente político y social; es por ello que el paso de la dictadura a la democracia tomó un arduo y lento camino.

Desde el comienzo del siglo XX, Venezuela quedó atrapada en una larga dictadura militar (1908 a 1935) cuya transición, con Eleazar López Contreras (1935 a 1941) e Isaías Medina Angarita (1941 a 1945), se vio interrumpida por un golpe de estado que conllevó a una breve ilusión democrática con un gobierno provisional que organizó elecciones directas y secretas que dieron como ganador a Rómulo Gallegos, pero tan solo por 9 meses. Luego toma el poder una Junta Militar/Junta de Gobierno (1948 a 1952) de Carlos Delgado Chalbaud, Luis Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez que desembocó en la dictadura de este último desde 1953 a 1958. Luego de tales eventos se fue retomando poco a poco un respiro democrático que duraría cuarenta años más.

Ahora bien, si en el siglo XX fue difícil, imaginemos entonces la enorme ingobernabilidad y la agotadora tarea que se ha debido tener en una incipiente nación para elegir funcionarios políticos y, especialmente, presidentes en el siglo XIX.

En un país rural con población mayormente analfabeta, las elecciones se hacían de forma indirecta, era una cuestión para hombres ilustrados, hacendados, de familias ricas e influyentes de la época que tomaban esa clase de decisiones que entre montoneras a caballo, levantamientos armados y protestas por la tenencia de tierras, consideraban lo que era mejor para el país. Eso ocurrió en el periodo de 1830 hasta 1857, luego de ello se realizaron elecciones directas y secretas pero no por ello con menos restricciones.

Ignacio Andrade

Ignacio Andrade

Casi al finalizar el siglo, en 1897, en época de caudillos y castas, el país entraba en periodo electoral cuando gobernaba el presidente Joaquín Crespo.

Entre los candidatos postulados se encontraba el General Ignacio Andrade, quien era un político de trayectoria, un hombre de mundo, con estudios en Europa y Estados Unidos, quien conocía y comprendía la realidad y las causas del atraso venezolano; era el candidato oficialista, el favorito de Crespo.

Juan Manuel Hernández

Juan Manuel «El Mocho» Hernández

El principal contendiente, el General Juan Manuel Hernández, de apodo «El Mocho», quien fue propuesto por parte de los fundadores del liberalismo nacionalista. Hernández, a diferencia de su contrincante principal, era de extracción humilde, sin una notable carrera militar, ni alguna profesión noble que lo respaldara.

La sorpresa inesperada fue que mientras el oficialismo se confiaba en ganar las elecciones a fuerza de manipulación electoral y guerra sucia a través de la prensa servil, permitieron a Hernández desplegar una llamativa campaña electoral como nunca se había visto en la historia de Venezuela de ese siglo. Al regresar de su exilio en Nueva York en 1896, luego de tres años de ausencia a causa de una querella judicial que tuvo que resolver, Hernández llega con la idea de incursionar en el comercio y la política aplicando los nuevos «métodos de agitación electoral» que había observado en aquel país norteamericano. Fue entonces cuando los fundadores del liberalismo nacionalista, Alejandro Urbaneja, Jorge Nevett, David Lobo, Miguel Páez Pumar, Cristobal Soublette y Pedro Manuel Ruiz, lo propusieron como candidato para las elecciones del año siguiente de su llegada y se aseguraron de que tuviera una campaña nacional muy resonante.

El «Mocho» Hernández, aunque poco refinado, era por naturaleza una persona muy carismática. Su campaña se basó en el contacto directo con la gente, sobretodo con la del interior del país. Se organizaron discursos públicos, se regalaban banderines, botones, retratos con la figura del candidato; se enviaban cartas personalizadas dirigidas a los potenciales electores que quedaban sorprendidos al ver que el remitente era el propio Hernández. Se trataba de una verdadera estrategia imaginativa de mercadeo de la imagen del candidato la cual era remarcada por una serie de eventos sociales de calle programados, que muy bien eran acompañados por la alharaca de una fiesta pueblerina con alguna banda local de músicos. Discutía en su campaña un programa de gobierno muy definido en caso de ser electo Presidente de la República con una serie de soluciones para las necesidades básicas de cada región del país.

Asimismo, como lo hacían los candidatos de Estados Unidos, le preparaban y adornaban los últimos vagones de los ferrocarriles, los de las barandillas, para que Hernández fuera de pueblo en pueblo haciendo mítines sin necesidad de bajar del tren.

Eso logró potenciar la simpatía y la personalidad de Hernández e hizo que calara en el corazón del votante de la época. En cambio, el oficialismo sólo supo manipular hábilmente el «sistema electoral» que imperaba en el país para su propio benefició. Según el historiador Ramón J. Velazquez en su obra La caída del liberalismo amarillo, de 1973, el mandato de Crespo se apoderó de dichas elecciones de la siguiente manera:

«(…) Sabían que el resultado final estaba en relación directa de la habilidad para apoderarse el primer día del período electoral de las plazas públicas, en todos los Municipios. La nueva Ley de Elecciones promulgada por el Congreso de 1896 disponía, como todas las anteriores, que cada cuatro años, el 15 de julio, la Primera Autoridad Civil de cada Municipio debía señalar por carteles la plaza pública o lugar abierto en el cual se reunirían los ciudadanos domiciliados en dicho Municipio y con capacidad para votar en las elecciones. En la Mañana del 1º de agosto los quince primeros ciudadanos que llegaran a la Plaza nombraban en su seno, y en presencia del Jefe Civil, un Presidente y cinco Vocales, quienes constituirían la Junta Inspectora de las Inscripciones y del Sufragio. (…) Inmediatamente después se abría la inscripción de sufragantes por espacio de ocho días. Finalizada la inscripción se iniciaba el período de votaciones que duraba tres días, realizándose cada tarde escrutinios parciales y publicando sus resultados. (…) Los resultados se remitían al Congreso Nacional. «Ganar la Plaza», como en el lenguaje guerrero, era el objetivo fundamental de los encanecidos servidores del crespismo.»

Pues, a pesar de la popularidad de Hernández cuyo triunfo parecía imparable ante la opinión pública, fue derrotado de manera fraudulenta por las artimañas secretas de personeros fieles al gobierno en sobre aviso para detentar los puesto de vigilancia del voto popular. Se trataba entonces de un sistema electoral no viciado pero sumamente vulnerable. Crespo aseguraba su hegemonía indirecta tras un arrollador y contundente resultado que ponía en primer lugar a Ignacio Andrade con 406.610 votos; opacando a José Manuel Hernández con tan solo 2.203 votos; y los candidatos restantes, Rojas Paúl, Guzmán Blanco y Nicolás Rolando, más lejos aún con una cifra que sumaba entre ellos menos de 400 votos.

Fue tanta la indignación que sintieron los liberales nacionalistas por el grosero fraude electoral, que enervó los ánimos de sus partidarios provocando así la ira del propio Hernández, lo que lo llevó a su levantamiento en armas que terminó en trágicos eventos de agitación, lucha y el derramamiento de sangre. Luego de este período histórico hubo una larga cadencia de oscuridad política donde la libertad de expresión quedó encadenada al miedo, lo que perduró hasta mediados del siglo XX.

Justo Morao

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Lenguaje agresivo embarra la campaña electoral – Justo Morao en el diario 2001

Quiero agradecer a la periodista Jennifer Matheus por la entrevista que me realizó sobre el uso del lenguaje agresivo en la campaña electoral de las parlamentarias del 6D, publicada en el diario 2001 (Venezuela) el 30 de octubre de 2015.

Lenguaje agresivo embarra la campaña electoral - Diario 2001

Diario 2001 (Venezuela) de fecha 20 de octubre de 2015

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Encuentran primer filme contra Hitler en archivo olvidado en Bruselas – CNN

Este artículo de CNN (México) me ha parecido muy interesante. Se trata de un hallazgo histórico, del primer filme anti-nazi de la historia que no surtió el efecto masivo deseado, cuyo mensaje no pudo advertir la expansión del poder de Hitler.
A continuación hago transcipción fiel del artículo.

El primer filme de EU contra Hitler aparece en un archivo de Bruselas

La cinta producida por un heredero industrial que visitó Alemania en 1933 será exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en octubre

Viernes, 20 de septiembre de 2013
Bruno Mestdagh, jefe de las colecciones digitales en el archivo belga de filmes Cinematheque, mira una escena del filme (Reuters).
Lo más importante
  • En su estreno en 1934 en Nueva York la producción fue un gran éxito
  • Sin embargo, la embajada de EU en Estados Unidos protestó por lo que la película fue censurada
  • El carrete que encontraron curadores de Bélgica es la única copia que queda del filme

BRUSELAS (Reuters) — La primera cinta estadounidense en advertir sobre los peligros del régimen nazi de Adolfo Hitler fue descubierta en un archivo cinematográfico de Bruselas luego de haber permanecido inadvertida por unos 75 años.

Hitler’s Reign of Terror (El Régimen de Terror de Hitler) fue producida por Cornelius Vanderbilt, el heredero de una rica familia industrial estadounidense que visitó a Alemania en momentos en que Hitler llegaba al poder en 1933.

La cinta gira en torno de imágenes que Vanderbilt tomó y sacó a escondidas, que mostraban reuniones del partido nazi, la quema de libros y el saqueo de las tiendas judías.

En su estreno en Nueva York en 1934, la producción fue un gran éxito, dijo Bruno Mestdagh, jefe de las colecciones digitales en el archivo belga de filmes Cinematheque.

«La embajada de Alemania en Estados Unidos protestó, por lo que la película fue censurada y adaptada. Luego fue exhibida en otras ciudades pero con mucho menos éxito», relató Mestdagh.

La versión descubierta por el archivo posiblemente fue ordenada por alguien que quería mostrarla en Bélgica pero que nunca llegó a recogerla, por lo que el carrete sobrevivió a la guerra y a la ocupación nazi en la oficina de aduanas belga.

En la década de 1970 el carrete fue transferido al archivo, que tiene unos 70,000 títulos en vastas bóvedas en Bruselas, un 80% de ellas extranjeras. Recién hace dos años los curadores se percataron de que poseían la única copia existente.

La película fue remasterizada y será exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en octubre.

La cinta se desarrolla en gran medida como un noticiero, en donde Vanderbilt proporciona un doblaje sobre su propio material original filmado y lo mezcla con imágenes de otras fuentes.

«Vanderbilt pudo capturar algunas escenas espectaculares pero sólo tuvo unos pocos minutos y ellos realizaron una película completa en torno a ella. Pero eso no fue hecho por cineastas profesionales, por lo que la película tiene un estilo a veces de aficionado», explicó Mestdagh.

Parte de esa percepción proviene de la recreación algo burda de una breve entrevista que Vanderbilt le arrebató a Hitler en momentos en que se preparaba para dirigirse a una concentración en Berlín tras ganar la elección de 1933.

«En la hora y media que Hitler hablaba a esa abarrotada audiencia, fue tan efectivo como charlatán en un espectáculo secundario, viajando con un circo», comenta Vanderbilt en el doblaje.

Propaganda negativa en la campaña de Mitt Romney

En un artículo anterior se ha comentado la importancia que ha tenido el voto latino en las elecciones presidenciales de 2012 en Estados Unidos de América, para el fin de captar el voto se produjo una serie de spots electorales por parte de los Demócratas segmentando el mensaje hacia esa importante comunidad. Tanta consideración se tuvo al proyectar el mensaje para crear tal acercamiento, que uno de dichos spots fue realizado totalmente en Español en palabras del propio candidato a la reelección Barack Obama.

Asimismo, se produjo un spot por parte del Partido Republicano, dirigido también a la comunidad latina, también en Español, pero con una carga muy negativa. Es decir, se extrajeron declaraciones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, donde sólo expresaba su simpatía personal por Obama en una de sus tantas alocuciones televisivas domésticas, como también las declaraciones de Mariela Castro, hija de Raúl Castro, las cuales ambas fueron colocadas por los productores del spot en un nuevo contexto para dar la sensación de la existencia de una empatía ideológica recíproca por parte del candidato Obama. Es decir, es un spot negativo que evoca sentimientos e ideas previamente aprendidas sobre aquellos personajes y su vinculación al totalitarismo y al comunismo para que sean asociados a este nuevo contexto de manera irracional. Esto no es nuevo por parte de los Republicanos, en el 2008 lo hicieron con el spot «Celebrity» que trataba de generar la idea de que Obama era un político muy superficial.

En el clima publicitario de guerra sucia y la propaganda negativa, cuando los argumentos en contra de un político o figura pública se hacen débiles y tratan de introducirse sólo a través de la emoción, puede resultar que este tipo de publicidad negativa favorezca aún más al candidato que se pretende perjudicar. Asimismo, en este spot, el fondo musical utilizado, al estilo de música atonal, genera ansiedad inconsciente en el receptor del mensaje, que generalmente produce un rechazo del mensaje.

A continuación: «Chávez por Obama»

Justo Morao

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Utilización del «mickeymousing» en la publicidad electoral

Siendo que el «mickeymousing» es una técnica musical heredada del cine, muy propia de los dibujos animados (aunque no exclusiva); su utilización es poco frecuente en los spot electorales debido al tipo de mensaje que ellos transmiten; y a su difícil creación y sincronización con la imagen. Esto significa que la acción es acompañada sincrónicamente con cada pequeño movimiento de la imagen en forma de mímica o parodia y, en la mayoría de los casos, produce una sensación de comicidad en la escena y entre los personajes. Uno de los músicos más talentosos y máximo exponente de dicha técnica fue Scott Bradley (1891-1977), quien musicalizó todas las series de «Tom & Jerry» de la antigua versión de los años cuarenta producida por la compañía de dibujos animados Hanna-Barbera. Como lo he comentado en el punto «Función del elemento sonoro en la cuña electoral» del libro, esta técnica se enmarca dentro de la función física de la música en la escena, ya que remarca la acción y los movimientos de los personajes.

En el año 1993 se difundió una cuña electoral en la cual toda la imagen estaba comprendida de dibujos animados, era la cuña del «chiripero» del partido Convergencia, sumando todos los partidos pequeños que apoyaban al candidato Rafael Caldera para esas elecciones en Venezuela. Esta cuña fue caracterizada por una fonomima (haciendo una voz de caricatura) y acompañada, aunque pobremente armonizada y sincronizada, con música del estilo mickeymousing. Los datos empíricos recabados en el trabajo de campo que en el libro se analiza, revelaron que el estilo del spot sí produjo ese efecto de comicidad y simpatía que se esperaba.

En el ejemplo que se presenta a continuación, se utilizó la técnica de efectos de sonido, que normalmente da realismo a la escena acentuando las acciones con ruidos reales de los personajes o que muestran sonidos del medio ambiente, pero en este caso particular los efectos sonoros que se utilizaron sincronizadamente con los movimientos del personaje fueron sonidos artificiales de dibujos animados, es decir, al estilo mickeymousing. La diferencia con el primer ejemplo es que mientras aquél mostraba una propuesta electoral de un partido determinado en una forma sana e informativa con un estilo muy original, ésta última se encargó anónimamente de hacer una burla absoluta sobre un tema de interés (issue) importantísimo para la sociedad venezolana de aquel entonces. Es decir, el contraste de una información seria e importante con un telón de comicidad, burla o parodia, difícilmente produce el efecto deseado. El espectador, aunque no lo pueda explicar, está recibiendo dos mensajes diferentes sobre un mismo tema, el cual genera confusión en la recepción del mismo. Como lo he publicado en artículos anteriores, la «propaganda negativa», cuando es anónima, para la mayoría de los espectadores, resulta antipática por sí sola, pero al sumarse otros ingredientes perturbadores que producen confusión o poca claridad en el mensaje que se desea difundir, estos simplemente irritan la capacidad de atención y, en muchos casos, se hace chocante e insoportable. En consecuencia, esto favorece más al candidato que se pretende perjudicar.

Justo Morao

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Utilización de la música atonal en la publicidad electoral

En el cine y la publicidad en general, se utiliza la música atonal para crear un ambiente de caos, incomodidad o suspenso. Como he comentado en los puntos del libro referentes a la «Función del elemento sonoro en la cuña electoral» y al «Análisis de los resultados del estudio de campo», este tipo música atada a la imagen puede causar un efecto de pánico sobre una situación determinada, un efecto que pone al espectador en alerta ante un peligro inminente, o lo pone a razonar sobre cómo evitar un cierto esceneario. Evidencia empírica ha mostrado que este estilo de música, más que favorecer la intención pretendida que se expone en la imagen, genera rechazo sobre su contenido.

En el siguiente ejemplo, una cuña electoral de la campaña venezolana de 1998, se utilizó este tipo de música «atonal» para que, potenciando la sensibilidad del receptor, generara pánico sobre una situación hipotética planteada. Esto, por supuesto, no causó el efecto deseado, generando rechazo del mensaje, que aunado a la imagen del spot anónimo de «guerra sucia» (explicado en artículos anteriores), produjo un efecto contrario sobre las espectativas de sus autores. Aunque no haya resultado victorioso e intervengan otras variables en la derrota electoral, este tipo de spot favorece aún más al candidato que se pretende perjudicar.

Justo Morao

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Ejemplo de «propaganda negativa» norteamericana

En mi artículo anterior comenté que en el aspecto publicitario siempre ha existido la práctica de la «guerra sucia» y la «propaganda negativa» entre contendores electorales. Asimismo, mencioné que dichas prácticas no sólo se realizan en países con democracias jóvenes, como las latinoamericanas, sino que también es una constante en las democracias muy tradicionales como la estadounidense.
Una de las pocas diferencias que se puede notar es que en los diversos spots televisivos que contienen “propaganda negativa”, estos son siempre firmados y aprobados por el candidato contendor, que los promueven, o por sus partidos. Pienso que, además de existir normas legales que son de obligatorio cumplimiento para hacer la contienda electoral más justa, se podría decir también que la presencia visual y sonora de dicha aprobación reflejan una sensación moral de que se asume una responsabilidad por los juicios emitidos sobre el candidato cuyas acciones se ponen en tela de juicio, aunque sea sólo una estrategia más en la campaña. Esto es muy diferente a lo que ha pasado en el caso venezolano, actuando siempre anónimamente durante décadas en lo que respecta a esta materia, que además de ser éticamente muy cuestionada, siempre ha sido ilegal.
En este caso tenemos un ejemplo extraído de la misma fuente del comando de campaña, versión electrónica, del candidato John McCain, que toma responsabilidad sobre los juicios emitidos sobre el candidato Barack Obama, para desfavorecerlo en los comicios de 2008 en Norteamérica.

A continuación, se muestra el spot electoral de TV «Celebrity«, producido con el fin de generar efectos negativos en la audiencia.

De la llamada “guerra sucia” en la publicidad electoral

En la historia democráctica de diversos países se ha recurrido a la llamada “guerra sucia” a través de la publicidad en vallas, cuñas radiofónicas o spots televisivos que hablen mal, o muestren imágenes negativas que puedan desfavorecer a ciertos candidatos en una determinada contienda electoral. Esto es una práctica constante que muchos han calificado como propias de democracias jóvenes, tercermundistas o primitivas. Eso ha hecho pensar que la publicidad electoral contribuye en gran medida a deformar o distorsionar la información que se debería transmitir en tales campañas y que la reduce a una forma vulgar de manipulación y exaltación de la imagen por encima de los temas de interés social.

Se partiría entonces del hecho que la comunicación política depurada y totalmente racional estaría desarrollada sólo para democracias ideales, en contraposición a las reales, donde todos los ciudadanos tendrían un altísimo nivel de educación y un exagerado interés por los temas políticos; y esto no es así. Datos empíricos han mostrado lo contrario. Al ciudadano común el costo de la información política le resulta por lo general mayor que el beneficio que aspira obtener, es decir, prefiere gratificaciones concretas e inmediatas que invertir tiempo en conocer sobre temas públicos. De esta manera, la publicidad política no intenta restar información sustancial o formal sobre el tema político, la cual va dirigida a los muy interesados, sino, por el contrario, apunta a llenar un espacio con la intención de motivar el interés hacia los asuntos públicos en el segmento de la población que está poco o nada interesada en estos aspectos.

Con respecto a las estrategias de campañas electorales en las nuevas democracias, Koeneke (1994) comenta que en los países desarrollados con democracias “avanzadas”, como Estados Unidos, implementan las mismas prácticas utilizadas en democracias jóvenes, como Venezuela, en el sentido de que ambas combinan “…lo programático con la exaltación de la imagen personal, o lo ideológico con lo cotidiano, lo informativo con lo publicitario (…) lo ‘serio’ con lo ‘trivial’”. Es decir, se descarta el mito de que las democracias más antiguas y desarrolladas usan estrategias de campañas en un sentido puramente racional dentro de una democracia ideal, por el contrario, usan estrategias de campaña combinadas; inclusive, se han evidenciado prácticas de “guerra sucia” en ellas:

«Evidencia empírica más reciente no sólo confirma esa conclusión, sino que revela en forma clara que en esas campañas se incorporan de manera rutinaria estrategias universalmente consideradas indeseables, como la llamada “guerra sucia” (…) A la luz de este hallazgo, que pone de manifiesto como una constante la fase negativa o de ataque, puede concluirse que las campañas de una democracia avanzada como la norteamericana no son el ejemplo de civismo y exquisitez comunicacional con el que algunos pretenden contrastar a las campañas de democracias como la venezolana.» (Koeneke, 1994)

Como ejemplo de ello podemos apreciar un spot electoral de las elecciones venezolanas de 1998, donde anónimamente, a diferencia de lo que pasa en el ámbito estadounidense cuando se utilizan estas prácticas, se pretendía descalificar a uno de los candidatos de aquella contienda electoral.

Justo Morao

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