Spot del Vergatario – Parodia discriminatoria con burla disimulada

En el mes de abril de 2013, se ha difundido en Venezuela a través de diferentes medios audiovisuales y bajo el amparo del artículo 10 de la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión (RESORTE), un spot promocional de la más reciente versión de un dispositivo móvil que el difunto presidente Hugo Chávez bautizaría hace un par de años atrás como el «Vergatario». Este teléfono celular en cuestión tiene la característica de estar al alcance de la población a un costo muy económico, teniendo en cuenta la idea del fácil acceso a las telecomunicaciones de todos los ciudadanos. Dicho spot sólo promociona el artefacto mencionando que «estará disponible en las tiendas Movilnet», compañía telefónica del Estado que compite directamente con otras compañías privadas como Movistar y Digitel en el territorio venezolano.

El spot, más que promocionar el artefacto de bajo costo y alta tecnología para todo público, toma un tinte político pudiendo causar una cierta incomodidad en el manejo comunicacional de su trama, además de su reiterada difusión en los medios de comunicación, de forma gratuita, considerándose como competencia desleal sobre sus competidores privados en el mismo ramo.

En la imagen aparece un joven rubio de ojos claros que posee a la vista dos teléfonos móviles diferentes, en uno suena como «ringtone» la canción de campaña «Hay un Camino» del candidato opositor Capriles Radonski, pero en forma de parodia, al estilo de los personajes infantiles «Alvin y las ardillitas», hecho que bien podría tomarse como un abierto tono negativo de burla hacia los simpatizantes y el mismo candidato. El joven al contestar no puede escuchar a su interlocutor y pide que lo llame por la otra línea telefónica.

Al sonar su segundo teléfono celular se escucha como «ringtone» el Himno del partido político «Acción Democrática», el que ha sido un férreo contrincante y opositor al gobierno de Chávez y, ahora, al de Nicolás Maduro. Es decir, a través del elemento sonoro del spot se puede inferir que el joven de la trama se identifica con la oposición sin hacer mención alguna de ello. Éste contesta y también se le hace difícil escuchar y comienza a quejarse de los servicios de comunicación, por lo que pide llamar él mismo y saca un tercer teléfono escondido en su bolsillo con el cual sí logra comunicarse perfectamente.

Aparece otro personaje en la escena, una mujer morena vestida de rojo quien le dice al joven rubio que no le dé vergüenza mostrar y usar su «Vergatario», porque ella, siendo del «pueblo» también tiene uno; así lo muestra en primer plano a la cámara.

Ahora bien, este spot tiene un gran contenido simbólico que podría traspasar los límites de la ética y del respeto que tanto ha pregonado el gobierno de Chávez (y ahora el de Maduro). El lenguaje cinematográfico utilizado pretende hacer ver las diferencias de clases sociales con dos personajes antagónicos en sexo, color de piel, forma de expresarse y atuendo. Es decir, se ha tratado de crear una idea ficticia de que existe una diferencia social, rico y pobre, oligarca y pueblo, burgués y obrero, delimitado sólo por el aspecto de los personajes; algo innecesario en un país multirracial como Venezuela y menos aún para promocionar la adquisición de un simple artefacto electrónico.

Asimismo, el hecho que se utilice los diferentes sonidos identificatorios de los partidos que se oponen al gobierno para simbolizar la mala calidad de los otros teléfonos y sus compañías privadas, pretende descalificar la calidad del servicio de sus competidores, al igual que destaca la estupidez por la «pésima» escogencia y la necedad de sus usuarios al continuar bajo sus cláusulas.

Finalmente, como hecho picaresco, se observa en la trama que el joven al sacar del bolsillo un «Vergatario» para conversar con tranquilidad, acepta y reconoce de manera tácita el excelente servicio que presta el gobierno, quizás en más aspectos que solo en las telecomunicaciones; y que su conducta pretensiosa es de alguna manera inducida por presiones su entorno social, hasta que la mujer lo descubre y le dice que se libere y que deje la vergüenza.

Muy controversial, por el hecho que el gobierno no muestra las ventajas del producto a su potencial comprador, sino que lo critica, lo estereotipa y se burla por ser diferente. Lo condena de alguna manera por no usar sus productos y servicios, pero con una forma de comicidad criolla que los simpatizantes del oficialismo han estandarizado y han aceptado como válida entre ellos.

Se muestra el comercial del «Vergatario 3»

El «ringtone» de un aparato telefónico móvil es el audio de «repique de llamadas» que su propietario le programa como sonido característico. En el caso de la compañía de teléfonos Nokia, éstos traen de fábrica el logotipo musical de la marca, pero tales sonidos pueden ser personalizados, para darle un toque único y reconocible al recibir llamadas en zonas concurridas.

El siguiente video muestra el «ringtone» característico de la marca de teléfonos Nokia que traen de fábrica; y en el video posterior se muestra una rueda de prensa del mismo mes de abril de 2013, del Ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, junto al Canciller venezolano Elias Jaua, quien es llamado e interrumpido telefónicamente desde el primer minuto y en reiteradas ocasiones, oyéndose claramente el sonido identificatorio de su teléfono móvil perteneciente a la marca Nokia.

Estos personeros gubernamentales son los de más alto rango y han tenido cargos de gran importancia en los muchos años del largo gobierno de Chávez y ahora con Maduro. Es por ello que no se puede justificar que no tengan o no utilicen un «Vergatario» como parte de toda esa filosofía que quieren transmitir, como para darle el ejemplo de la eficiencia en los servicios del gobierno a sus ciudadanos, prefiriendo así un modelo telefónico importado quizás de mejor calidad del que promocionan.

Con este inesperado y, aparentemente, inofensivo incidente del Canciller, la frase de la mujer del spot: «…ay chico!, que no te dé pena, yo también tengo mi Vergatario» queda vacía y sin efecto ante el joven avergonzado de la trama, al igual que todo el contenido burlón del spot. Por tales hechos, el spot en cuestión revela su decidida y única intención de transmitir un mensaje político malintencionado, para nada comercial, ni conciliatorio, ni tampoco inclusivo.

Justo Morao

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Daisy – Un spot negativo con resultados inesperados

Según estudios de medición publicitaria, la campaña electoral estadounidense de 1964, en los que se enfrentaban Lyndon JohnsonBarry Goldwater, fue considerada la más aguerrida en cuanto a contenidos de propaganda negativa desde el uso de la televisión en política. Se dice que cincuenta por ciento de los mensajes electorales fueron negativos y pretendían el desprestigio feroz de un bando a otro.

A tal extremo llegó la batalla electoral mediática que el equipo de estrategas publicitarios de Johnson, entre ellos Lloyd Wright, produjo un spot que llegó a ser histórico en el campo de publicidad negativa debido al mensaje tan controversial enmarcado en el tema bélico, tan delicado en aquella época. De manera muy gráfica se daba a entender que el candidato Goldwater poseía un carácter tan agresivo y pendenciero que era capaz de llevar a la nación, de manera irracional, a una guerra nuclear en caso de que ganara las elecciones.

El spot fue llamado «Daisy» o también «Peace little girl», el cual fue creado por Tony Schwartz de la agencia publicitaria Doyle Dane Bernbach (DDB), éste proyectaba una dulce niñita deshojando una margarita, con un fondo aural de campo, pacífico y tranquilo. Cuando aquélla terminaba de deshojarla se escuchaba en voz en off una cuenta regresiva apareciendo en pantalla un hongo nuclear en medio de una gran explosión. El narrador decía una moraleja:

«These are the stakes. To make a world in which all of God’s children can live, or to go into the dark. We must either love each other or we must die.» –

«Estas son las apuestas. Para hacer un mundo en el que todos los hijos de Dios puedan vivir, o para ir a la oscuridad. Debemos amarnos unos a otros o debemos morir.»-

El spot fue transmitido el lunes 7 de septiembre de 1964 en prime time por televisión nacional a través de la emisora NBC y según Bill Moyers, jefe de prensa de Johnson, esa sería su única transmisión porque tuvo que ser retirado del aire a causa de múltiples quejas y llamadas telefónicas de indignación por el gran impacto que causó en la población. Al día siguiente, los noticieros y la opinión pública en general sólo mencionaban el acontecimiento. Quizás dicho spot pudo haber cumplido o no su cometido, pero lo que definitivamente sucedió fue que Lyndon Johnson resultó el ganador de esa dura contienda electoral.

Justo Morao

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De la llamada “guerra sucia” en la publicidad electoral

En la historia democráctica de diversos países se ha recurrido a la llamada “guerra sucia” a través de la publicidad en vallas, cuñas radiofónicas o spots televisivos que hablen mal, o muestren imágenes negativas que puedan desfavorecer a ciertos candidatos en una determinada contienda electoral. Esto es una práctica constante que muchos han calificado como propias de democracias jóvenes, tercermundistas o primitivas. Eso ha hecho pensar que la publicidad electoral contribuye en gran medida a deformar o distorsionar la información que se debería transmitir en tales campañas y que la reduce a una forma vulgar de manipulación y exaltación de la imagen por encima de los temas de interés social.

Se partiría entonces del hecho que la comunicación política depurada y totalmente racional estaría desarrollada sólo para democracias ideales, en contraposición a las reales, donde todos los ciudadanos tendrían un altísimo nivel de educación y un exagerado interés por los temas políticos; y esto no es así. Datos empíricos han mostrado lo contrario. Al ciudadano común el costo de la información política le resulta por lo general mayor que el beneficio que aspira obtener, es decir, prefiere gratificaciones concretas e inmediatas que invertir tiempo en conocer sobre temas públicos. De esta manera, la publicidad política no intenta restar información sustancial o formal sobre el tema político, la cual va dirigida a los muy interesados, sino, por el contrario, apunta a llenar un espacio con la intención de motivar el interés hacia los asuntos públicos en el segmento de la población que está poco o nada interesada en estos aspectos.

Con respecto a las estrategias de campañas electorales en las nuevas democracias, Koeneke (1994) comenta que en los países desarrollados con democracias “avanzadas”, como Estados Unidos, implementan las mismas prácticas utilizadas en democracias jóvenes, como Venezuela, en el sentido de que ambas combinan “…lo programático con la exaltación de la imagen personal, o lo ideológico con lo cotidiano, lo informativo con lo publicitario (…) lo ‘serio’ con lo ‘trivial’”. Es decir, se descarta el mito de que las democracias más antiguas y desarrolladas usan estrategias de campañas en un sentido puramente racional dentro de una democracia ideal, por el contrario, usan estrategias de campaña combinadas; inclusive, se han evidenciado prácticas de “guerra sucia” en ellas:

«Evidencia empírica más reciente no sólo confirma esa conclusión, sino que revela en forma clara que en esas campañas se incorporan de manera rutinaria estrategias universalmente consideradas indeseables, como la llamada “guerra sucia” (…) A la luz de este hallazgo, que pone de manifiesto como una constante la fase negativa o de ataque, puede concluirse que las campañas de una democracia avanzada como la norteamericana no son el ejemplo de civismo y exquisitez comunicacional con el que algunos pretenden contrastar a las campañas de democracias como la venezolana.» (Koeneke, 1994)

Como ejemplo de ello podemos apreciar un spot electoral de las elecciones venezolanas de 1998, donde anónimamente, a diferencia de lo que pasa en el ámbito estadounidense cuando se utilizan estas prácticas, se pretendía descalificar a uno de los candidatos de aquella contienda electoral.

Justo Morao

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