A lo largo de la historia se pueden observar ejemplos de cómo el arte gráfico puede exaltar la imagen de figuras públicas. Por ejemplo, en la antigua Grecia y en el Imperio Romano los líderes políticos eran representados en esculturas y pinturas cuyo principal objetivo era el de mejorar su aspecto y convertirlos en iconos trascendentes. En la primera mitad del siglo XX, este tipo de expresiones artísticas se manifestaron en el fascismo italiano y el alemán.
En la cultura política norteamericana se ha modernizado este concepto, desde 1952 se han empleado técnicas de publicidad comercial sobre la imagen de los candidatos presidenciales, sirviéndose del color y del diseño, para impactar a su audiencia electoral, para llamar su atención y seducirla.
Entre los más recientes diseñadores gráficos que se han encargado de esta difícil tarea de la seducción publicitaria en la política se encuentra el artista norteamericano Shepard Fairey, quien con una onda informal de vanguardia, de estilo callejero y casual, inspirada en la producción serigráfica de importantes artistas de los sesenta como Andy Warhol, ha plasmado la figura del presidente Barack Obama de una manera muy singular para su campaña de 2012, otorgándole un aire muy artístico de popularidad juvenil.
Sin duda, este tipo de diseño gráfico logra unir y consolidar ideas preconcebidas sobre un candidato. A través del arte se crea un vínculo no-verbal entre los simpatizantes de una causa o de un personaje. Es decir, puede servir de representación o talismán que identifica un grupo.
Asimismo, en Latinoamérica estas técnicas de diseño gráfico que han devenido del diseño «callejero» norteamericano, también han dado sus frutos en el plano afectivo-electoral e ideológico. Se podría tomar el caso de la corriente gráfica que se produjo a partir del diseño del artista irlandés Jim Fitzpatrick en 1968 basada en la fotografía del «Che» Guevara que tomó Alberto Díaz Korda en 1960, la cual otorgó nuevos matices románticos y estéticos a los ideales y movimientos revolucionarios que surgían en esa época.
Del mismo modo, en los últimos años de la vida del presidente venezolano Hugo Chávez, le fue construido un universo gráfico a partir de la ideología que profesaba, que, después de su fallecimiento, aún continúa exaltando su imagen apuntando siempre al corazón del simpatizante como fórmula ganadora para fomentar el apego emocional entre el líder y sus seguidores.
Se podría concluir afirmando que con el paso del tiempo, este tipo de imágenes se van convirtiendo en iconos históricos que conectan sensaciones con su correspondiente ideología o mensaje político. Se trata, pues, de una forma asociativa no-verbal muy efectiva en que la imagen puede ser capaz de remitir al mensaje político profesado por cada uno de esos líderes de una forma instantánea para quienes lo presenciaron en vida; y, asimismo, podrían despertar la curiosidad y servir de puente ideológico para las nuevas generaciones.
Justo Morao
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