Este artículo fue escrito originalmente por Justo Morao para la edición de junio de 2013 de la revista española de política Sesión de Control
En los últimos años se ha podido observar al Comandante Chávez cada vez más cerca del corazón de su pueblo. La tela, el plástico y el papel se han convertido en los consejeros políticos más efectivos que popularizan su imagen en la percepción de sus seguidores y admiradores.

Hugo Chávez, uno de los líderes más carismáticos de los últimos tiempos, fue muchas veces criticado por su personalidad histriónica de verbo atrevido y apasionado, que sabía cómo hacerse notar entre sus admiradores y detractores. Su conducta inusual fue motivo de muchas controversias en la opinión pública debido al modo de presentarse ante su audiencia y su manera de atacar a la oposición. Se caracterizó por escapar frecuentemente de todos los convencionalismos y composturas democráticas.
El propio gobierno propició un sistema de creencias en torno a la personalidad de Chávez, exaltando sus rasgos y afinando su imagen, que intentaba inducir a la audiencia a pensar que éste poseía características sobrehumanas, elevándolo por encima de cualquier funcionario público que, en el pasado, hubiere ejercido cualquier cargo administrativo de elección popular.
Se fue construyendo entonces un círculo de retroalimentación en el cual se aprovechó la fama para generar más fama aún, mediante la publicidad excesiva y exagerada. Dicho círculo ha generado tal fuerza centrífuga que se ha expandido aún más con el tiempo, abarcando no sólo el ámbito de lo público y lo social, sino también de lo individual.
La historia reciente del Merchandising
Desde los años cincuenta, en la industria del cine y la televisión norteamericana, actores como John Wayne, o los personajes de ficción como el Llanero Solitario, G.I. Joe o el Zorro, entre otros, tuvieron su mercadería de baratijas, souvenirs, juguetes y recuerdos para niños y fanáticos. Pero fue al final de los años setenta cuando ese negocio prosperó y pasó entonces a planos mayores extendiéndose hasta nuestros días. Como ejemplo de ello se puede apreciar el fenómeno comercial generado por la película Star Wars, dirigida por George Lucas, que no hubiera podido convertirse en un filme ya considerado de culto si no hubiera existido el impulso dado por la empresa de juguetes Kenner en 1977 (hoy Hasbro).
El licensing y el merchadising comprendían la supervisión de la propia empresa productora de la película, Lucasfilms, en la fabricación, realizada por terceros, de juguetes a escala, figuras de acción de los personajes, juegos de mesa, álbumes de cromos, ropa, coleccionables, etc., con el fin de que sus admiradores, mayormente niños, tuvieran al alcance de la mano todo ese mundo mágico de ciencia ficción.
El secreto del éxito del merchandising es que el individuo que tiene un objeto que representa un personaje, un filme o una historia, puede llegar a verse a sí mismo como parte de ésta, identificarse o involucrarse de alguna manera con alguno de los personajes, creándose un vínculo o nexo afectivo. Es decir, ocurre un proceso psicológico donde el individuo, al sentirse poseedor del objeto en cuestión, lo hace parte de su cotidianidad íntima, lo cual puede permitirle llegar a crear una conexión emocional que le sirva entonces para relacionarse directa o indirectamente con el referente (el filme, la serie de televisión, el propio personaje o el héroe de televisión).
Igualmente ocurre con algunos productos comerciales que convierten a los consumidores habituales en fieles seguidores de la marca. En ocasiones, tal admiración trasciende la utilidad del producto mismo.
Esta relación entre el objeto y su significado para el individuo, podría sentar las bases para la construcción de un sentido de pertenencia a un grupo social determinado o a un grupo de admiradores y seguidores del referente. En algunos casos, puede llegar a formarse una delgada línea entre una admiración cada vez más creciente por el referente y la compulsión por adquirir más objetos que lo representan.
El líder popular
Así como los personajes de los comics o de las películas de acción, Chávez ha sido representado en maneras tan peculiares que podrían llegar a estimular la imaginación de sus admiradores, inclusive después de su fallecimiento en 2013, lo que ha sido inédito en la historia política contemporánea de Venezuela.
A pesar de que Chávez fue catalogado como un hombre de izquierda, de corte socialista, que pronunciaba fuertes críticas al sistema capitalista mundial, ha sido el estilo publicitario norteamericano, utilizado tanto por el gobierno venezolano como por algunas empresas privadas, el que ha catapultado la imagen del líder a niveles muchos más asequibles a la población.
La figura de Chávez ha proliferado en las calles de su país, en tiendas y centros comerciales populares, pero no de la manera formal con la que un jefe de Estado solía ser representado, sino en artículos corrientes como juguetes, ropa, cromos y, en general, en todas las formas posibles de merchandising que fomentan el consumo y que generan réditos, no solo políticos por la apropiación simbólica de su figura por parte de sus seguidores, sino también económicos con jugosas ganancias internacionales.