Sin lugar a dudas el pensamiento y la intención de los líderes que gobiernan y representan un país repercute de manera contundente en su futuro. Es sabido que como seres humanos todos tenemos nuestros defectos y virtudes, pero de la manera en que un líder vea al mundo, su personalidad, sus aspiraciones, su mente de progreso y sus ambiciones colectivas, dependerá entonces el desarrollo de su gobierno y su reflejo, consciente e inconscientemente, en sus propias acciones que irán decantándose a través del quehacer nacional de forma muy directa, afectando la vida de sus ciudadanos.
La década de los sesenta fue una época muy difícil y convulsionada en Venezuela donde quedaban todavía los despojos de una feroz dictadura recién derrotada. El Presidente venezolano Rómulo Betancourt tomó las riendas de la democracia y se decidió a ejercer acciones dirigidas hacia el progreso y la modernidad del país. En tales acciones se encontraban estrechar lazos cordiales de amistad con los aliados de Venezuela para caminar de la mano hacia el desarrollo de proyectos que generaran bienestar para la ciudadanía.
Entre esos memorables momento de la historia política venezolana se encuentra la visita de John Fitzgerald Kennedy junto con su esposa Jacqueline en diciembre de 1961, la que amablemente aceptaron del gobierno de Betancourt, lo que representó un gran acontecimiento lleno de optimismo y esperanza para los venezolanos.
A continuación se presenta un secuencia audiovisual, cortesía de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, que muestran los momentos más solemnes y cordiales de aquella histórica visita donde reiteraban la buena fe y la mejor intención de colaboración recíproca entre dos pueblos y de dos líderes icónicos del continente americano.
Justo Morao
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