El desgaste de la imagen política

Este artículo fue escrito originalmente por Justo Morao para la edición de mayo de 2014 de la revista española de política Sesión de Control
El equipo de Maduro da un giro a sus spots electorales por la situación del país, intentando desvincularse del legado de Chávez
Nicolás Maduro, durante una entrevista. (Flickr: Hugo Chávez)
Nicolás Maduro, durante una entrevista. (Flickr: Hugo Chávez)

A principios de abril de 2014 se ha percibido un cambio drástico en la imagen gubernamental del presidente venezolano Nicolás Maduro. Como ha sido costumbre desde 1999, buena parte de la propaganda que se transmitía en Venezuela contenía elementos que deliberadamente pretenden exaltar la imagen personal del que ocupaba el cargo presidencial.

Tal tendencia personalista fue desarrollada por el presidente Hugo Chávez, quién la acentuó aún más desde abril de 2012 en la precampaña publicitaria electoral “Corazón Venezolano” de la cual fue su único protagonista.

Desde el posicionamiento de la llamada “revolución bolivariana” en Venezuela, la imagen de Chávez se presenciaba constantemente en las ocasiones de mostrar los logros del gobierno. Luego de su fallecimiento, tal imagen se ha convertido en un sello de marca generadora de confianza entre sus admiradores y seguidores. Esto sirvió para que de alguna manera los electores fieles al gobierno pudieran sufragar por Maduro en ausencia de Chávez, lo que garantizaría la continuidad y el apoyo popular a sus medidas económicas a lo largo de su primer año de gobierno.

Ahora bien, las pésimas políticas públicas de Maduro, que han elevado los costos de los bienes básicos de la población a niveles inalcanzables en toda la historia del país, han perjudicado y debilitado dicha imagen utilizada como bandera a nivel nacional e internacional. Ese llamado “legado” de Chávez que tanto había promovido y vinculado a la publicidad gráfica y televisiva de Maduro no han podido detener el descontento y las protestas sociales en torno a la escasez, la corrupción, la inseguridad jurídica y la criminalidad en ese país.

Resulta que en medio de la situación caótica venezolana se puede observar un desgaste por excesivo uso de una imagen que en un principio se relacionaba, a través de la emotividad, a la esperanza de tener oportunidades de mejor vida y que ahora cuando la crisis pega en los bolsillos de los ciudadanos no surte efecto alguno.

Es por ello que el gobierno tiene la necesidad de crear una nueva imagen para Maduro, de un hombre que se quiere desvincular poco a poco del pasado para dejar de ser el simple heredero de Chávez; y poder mostrarse como un hombre humilde de pueblo, con las mejores intenciones para mejorar la vida de todos los venezolanos, como si se tratara de una campaña electoral pero que, contradictoriamente, se desarrolla dentro de su mismo gobierno que ya esta en marcha, como si eso pudiera suprimir la responsabilidad de un primer año repleto de errores y actitudes ideológicas negativas y arrogantes.

En una nueva serie de spots televisivos llamada ‘Maduro es Pueblo’, surge el renovado presidente Maduro, incansable, entusiasta e indetenible entre las multitudes, portando la bandera nacional como un superhéroe de ficción que lucharía para combatir cualquier amenaza. Dichos spots remarcan tal intención con un sonido orquestal sinfónico de música épica al estilo de películas, como una especie de variación del tema de ‘Superman’ compuesto por John Williams, que a nivel de imagen integral puede otorgar mucha emoción a los que todavía le guardan fe, pero que ante la crisis que él mismo ha generado por los eventos desafortunados de su gobierno, puede que este tipo de empuje publicitario no resulte tan efectivo.

Entre encuestadores, politólogos y analistas de mercadeo, publicidad y propaganda política, este cambio de imagen súbita puede indicar que Maduro y su gobierno están atravesando por un momento muy difícil, que devela la existencia de un peligro inminente en las condiciones de estabilidad del ejercicio del poder. Una crisis que la antigua imagen de Chávez no puede ayudar a sobrellevar en el ámbito propagandístico.

Tal imagen de Chávez, que había sido tan efectiva por más de una década, ha quedado desgastada por el uso excesivo relacionado con un mejor vivir y es por esa misma razón que ya no surte el efecto emotivo que anteriormente deleitaba a la mayoría de los ciudadanos. Es decir, que por tratarse de un juego de percepción y retroalimentación entre gobernantes y gobernados, cuando las condiciones habituales empeoran y amenazan la tranquilidad de los ciudadanos, la situación puede tender a generar ansiedad en la población sin que la publicidad y la propaganda política puedan evitar crear decepción a nivel masivo al no poder hallarse justificaciones a los problemas generales.

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